Del inacabamiento, la libertad

1. Punto de partida: el mal. No puede ser otro. El mal, el sufrimiento, la destrucción: la intolerabilidad del mundo en su estado actual.

2. El mundo tal como es resulta inaceptable; no se puede vivir sin desear otro estado del mundo y sin luchar por él.

3. No podemos ni caer en la ingenuidad criminal de desear un paraíso sobre esta Tierra, ni resignarnos al infierno sobre ella. No somos seres paradisíacos; pero la vida carece de sentido sin resistencia al mal.

4. Existe lo sagrado, pero no hay trascendencia.

5. Necesitamos orar (ponernos en conexión con ese sagrado): pero no a ningún Dios. No hay tal Dios.

6. Ojos cerrados, ojos abiertos: el poema es una forma de oración. La meditación sobre un texto esencial es una forma de oración. El recogimiento y el encuentro con nosotros mismos puede ser una forma de oración. El coito puede ser una forma de oración. Sin embargo, no hay textos sagrados ni poemas sagrados.

7. Si lo sagrado está en algún sitio, yo lo localizo en la vinculación. Los vínculos son internos a este mundo.

9. Nada hay sagrado en las obras del hombre; sí en los vínculos.

11. Nada puede reconstruirse a partir de su centro: sólo de sus orillas. Me tomo la libertad de tal desplazamiento.

12. El cielo del materialismo no está huero: es también un espacio para la epifanía de lo sagrado, para el despliegue del poder de creación de los seres humanos. (La crítica marxiana de la religión se aplica a la idea de Dios, no a la experiencia de lo sagrado).

13. La historia no recibe sentido de una Historia Sagrada acaecida una sola vez y para siempre: no tiene otro sentido que el que nosotros consigamos darle.

14. No somos siervos de un Creador: nosotros somos los creadores, lo queramos o no, para bien o —mucho más a menudo— para mal. Esa nuestra condición no cambiará un ápice por pretender ignorarla.

15. Ojos cerrados, ojos abiertos: nadar siempre a favor de la corriente es un criterio fácil. Nadar siempre a contracorriente es mucho más difícil, pero en el fondo también es fácil. Lo verdaderamente difícil e importante es ser capaz de combinar los movimientos en contra de la corriente y a su favor, para culebrear hasta el lugar de nuestro deseo.

16. El que lleva la linterna debe tener el cuidado suficiente como para apagarla cada trecho, y siempre un rato en cada encrucijada. Para no confundir a quienes podrían tener la tentación de seguirle.

18. Del abismo y el fondo sin fundamento, la contingencia.

19. Del inacabamiento, la libertad.

20. Entre esos dos jirones, el espacio de lo propiamente humano, que percibimos cuando logramos deshacernos de la mortal ilusión de fundamento y la mortal ilusión de acabamiento.


Jorge Riechmann

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