Y el arte ha estado demoliendo para nosotros: Nietzsche, la religión cristiana tal como era; Hardy, la fe en nuestros esfuerzos; Flaubert, nuestra creencia en el amor.
D.H. Lawrence
Quizá uno se da cuenta de las cosas, quizá uno comprende las cosas, según el irónico reloj didáctico de la vida. ¡Si la vida fuese más considerada, o por lo menos, más descuidada en su cronología macabra! Pero no.
Sólo después de los nuncas y los jamases, sólo después del insomnio rabioso, sólo después de tus calcetines y tus bagatelas, sólo después del maldito puño en la pared y el cigarrillo en la piel, se da uno cuenta (¡dos siglos después de Flaubert, por Nietzsche!) que había que demoler nuestra creencia en el amor. Y recordar al señorito de Charleville.*
Sólo después de los nuncas y los jamases, sólo después del insomnio rabioso, sólo después de tus calcetines y tus bagatelas, sólo después del maldito puño en la pared y el cigarrillo en la piel, se da uno cuenta (¡dos siglos después de Flaubert, por Nietzsche!) que había que demoler nuestra creencia en el amor. Y recordar al señorito de Charleville.*
Por supuesto que toda iluminación es transitoria; ya no hay Budas.
Tarde o temprano volveremos a esos preciosos escombros.
*Hay que reinventar el amor, es cosa sabida
Reinventar? Hay que hacerlo, pero en todo.Y esos, ya son puros sueños, señor.
Raúl Marín
8 de julio de 2009, 23:26Después de "Bailando por un Sueño" decir que algo es "un sueño" es demasiado soez.
El mal ejemplo
9 de julio de 2009, 7:59