El retrato que la gente se figura de nosotros, visto desde el vitral de la muerte, tiende a volverse más amable, menos áspero (las propiedades balsámicas de la muerte sobre la memoria, tema para un ensayo). Desde los responsos se deleitan los sobrevivientes en discursos atentatorios contra la fidelidad biográfica, o desdibujan nuestras aristas con eufemismos penosos "era buena gente" (canalla con seis amantes y diecisiete hijos), "extremadamente gregario" (bolo cunetero), "trabajador incansable" (tres puestos fantasmas en el ISSS y dos en la CNR), "cauto y comedido" (cobarde), y etc.
Si yo siguiera vivo después de mi muerte (sic), no toleraría tales condescendencias. Que nadie se tome la trabajosa molestia de borrar de un solo tajo mis errores; que nadie tire por el desagüe el esfuerzo y las no pocas noches de insomnio que cuesta equivocarse, o ser un perfecto canalla.
Si yo siguiera vivo después de mi muerte (sic), no toleraría tales condescendencias. Que nadie se tome la trabajosa molestia de borrar de un solo tajo mis errores; que nadie tire por el desagüe el esfuerzo y las no pocas noches de insomnio que cuesta equivocarse, o ser un perfecto canalla.
"no digais nunca de mi que soy un buen hombre por favor, deci que soy un troncazo, un pringuis de la vida, pero un buen hombre no.."
Anónimo
28 de junio de 2009, 20:01Yo diré la verdad:
"Era un gran cabrón, pero por eso me caía bien"
(Y probablemente Raúl llore y lo niegue, tan buenos los muertos, pero por suerte llegará Alberto y estará de acuerdo conmigo)
;)
HuelveElena
2 de julio de 2009, 13:54Y ahhhhh:
No sabía que me habías deslinkeado.
Ok.
HuelveElena
2 de julio de 2009, 13:56Un buen hombre, Rin tín tín, no?
Raúl Marín
2 de julio de 2009, 21:10Haha así es la gente xD
Dulce Limón
12 de julio de 2009, 15:15