Era Buena Gente

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El retrato que la gente se figura de nosotros, visto desde el vitral de la muerte, tiende a volverse más amable, menos áspero (las propiedades balsámicas de la muerte sobre la memoria, tema para un ensayo). Desde los responsos se deleitan los sobrevivientes en discursos atentatorios contra la fidelidad biográfica, o desdibujan nuestras aristas con eufemismos penosos "era buena gente" (canalla con seis amantes y diecisiete hijos), "extremadamente gregario" (bolo cunetero), "trabajador incansable" (tres puestos fantasmas en el ISSS y dos en la CNR), "cauto y comedido" (cobarde), y etc.
Si yo siguiera vivo después de mi muerte (sic), no toleraría tales condescendencias. Que nadie se tome la trabajosa molestia de borrar de un solo tajo mis errores; que nadie tire por el desagüe el esfuerzo y las no pocas noches de insomnio que cuesta equivocarse, o ser un perfecto canalla.

Cuando uno es feliz es aburrido

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¿Qué es el genio, sino el arte de hacer delicioso el dolor?

Anatole France


Yo culpo a la Poética de Aristóteles, desde luego:

Porque antiguamente los poetas ponían en rima sin distinción las fábulas ocurrentes; pero ya las fábulas más celebradas están reducidas a pocas familias, a saber: las de Alcmeón, Edipo, Orestes, Meleagro, Tiestes y Télefo, y a cuantos otros aconteció padecer o hacer cosas terribles.

Meditaciones entorno a la moneda

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La sustitución de las semillas de cacao* por las impresiones con caras de Washington y Jefferson y Lincoln fueron, en definitva, un triunfo no sólo para la variante industrial de la moneda, sino también para la moral económica de los padres de familia.
¿Cómo, me pregunto, podían los padres decirles a los hijos si el dinero no crece en los árboles? Y, después de algún banquete de chocolate y carne de venado, ¿con qué cara preguntarían, creés que cago dinero?

*es un fruto como de almendras que venden molida y tiénenla en tanto que se trata por moneda en toda la tierra y con ella se compran todas las cosas necesarias

¿dónde vivís?

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Curioso cómo en este país la gente riñe porque se le reconozca su status de clase media media baja alta media; riñe para que uno no se deje llevar por su zapatos clase media media baja media alta.

p.d.

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Los más molinarianos (cf. posts anteriores) de entre nosotros (a saber, los abogados y los fiscales) abandonaron tempranamente todo esfuerzo hacia la alcolemia (curioso cómo uno pierde a la gente).

Los otros, los menos, proseguimos los festejos consuetudinarios en la gasolinera. El salario -término curioso que proviene de la provisión de sal que los romanos daban a sus soldados- es terriblemente escaso: no dura más que cuatro smirnoffs y una pequeña dosis de nicotina y pupusas (¿y la sal?). Los adolescentes de la Cucuymacayán, jóvenes imberbes de las colonias menos vistosas de San Salvador, se nos unieron. Ganja, reggae, ska-p... Pretensiones de pequeñas rebeliones. Fornicación en los lavabos de la estación de servicio. Psicotrópicos.

Y no puedo evitarlo. Juro que no lo puedo evitar. Antes repetía una frase menos estridente, más nihilista, reconfortante en su seguridad de que todo será arrasado por el tiempo, repetía la historia de los hombres, como quien dice no hagas caso, Lucas, o es poca cosa, o ya pasará. Esa noche me dominó una pregunta, tanto más macabra cuanto más insegura es su respuesta: ¿cuándo arrancará de nuevo la historia?

Yo, igual, amanecí bailando.

Politically Correct

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Lo repulsivo en la moda o tendencia estadounidense de lo politically correct: la combinación de impotencia y obsesión por la pureza moral, la perfección, la completud. Es un fenómeno profundamente neurótico (como tantos otros en esa cultura). No podemos hacer la revolución, luego nos vigilamos a nosotros mismos hasta que no quede ninguna desviación heterodoxa, ningún cabo suelto, ningún pensamiento sucio, ninguna palabra no supervisada. Una neurosis de izquierdistas que necesitan sucedáneos de lo que realmente deberían hacer y no hacen.

Jorge Riechmann

Molinari [última entrega]

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Molinari levantó la mano derecha, como si no fueran necesarios más detalles. Al cabo de un momento, observándolo con cuidado, agregó:
-Ustedes, los jóvenes de hoy, nos creen unos reaccionarios. Sin embargo, y usted seguramente se asombrará, he sido socialista en mis buenos tiempos.
En ese momento, por la puerta lateral, se asomó un Hombre Importante.
Molinari le dijo:
-Pasa, pasa.
[...]
-Le estaba diciendo que siempre los jóvenes piensan que la generación anterior no vale nada, que está equivocada, que son un conjunto de reaccionarios, etc., etc.
El señor desconocido sonrió con benevolencia, mirándolo como representante de la Nueva Generación (pensó Martín). Y pensó también que la Lucha de Generaciones era tan desproporcionada que aumentó un poco más, cuando parecía ya imposible, su sensación de ridículo: ellos, detrás del imponente escritorio, respaldados por la Sociedad Anónima IMPRA, el retrato de Perón autografiado, el Mástil con la Bandera, el Rotary Club International y el edificio de doce pisos; y él con el traje rotoso y con un hambre de dos días. Más o menos como los zulúes defendiéndose del ejército imperial inglés con flechas y escudos de cuero pintarrajeado, pensó.
-Como le estaba diciendo, ya también en mis tiempos fui socialista y hasta anarquista - tanto él como el recién llegado sonrieron ampliamente, como si estuvieran recordando algo chistoso- y aquí el amigo Pérez Moretti no me dejará mentir, porque juntos hemos pasado muchas cosas. Por otra parte, tampoco vaya a creer que nos avergonzamos. Soy de los que piensan que no es mala que la juventud tenga en su moemnto ideales tan puros. Ya hay tiempo de perder luego esas ilusiones. Luego la vida le muestra a uno que el hombre no está hecho para esas sociedad utópicas. No hay ni siquiera dos hombre iguales en el mundo: uno es ambicioso, el otro es dejado; uno es activo, el otro es haragán; uno quiere progresar, como el amigo Pérez Moretti o yo, al otro le importa un comino seguir toda su vida como pobre tinterillo. En fin, para qué seguir; el hombre es por naturaleza desigual, y es inútil pretender fundad sociedades donde los hombres sean igueales. Además, observe que sería una gran injusticia: ¿por qué un hombre trabajador ha de recibir lo mismo que un haragán? ¿Y por qué un genio, un Edison, un Henry Ford deb ser tratado lo mismo que un infeliz que ha nacido par alimpiar el piso de esta sala? ¿No le parece que sería una enorme injusticia? ¿Y cómo en nombre de la justicia, precisamente en nombre de la justicia, se ha de instaurar un régimen de injusticias? Esa es una de las tantas paradojas, y siempre he creído que debería escribirse largo y tendido sobre el particular. Yo mismo, le diré, muchas veces he estado con la tentación de escribir alguna cosa en este orden de ideas -dijo mirando a Pérez Moretti, como poniéndolo de testigo
[...]
-Los años, la vida que es dura y despiadada, a uno lo van convenciendo de que esos ideales, por nbobles que sean, porque sin duda que son nobilísimos ideales, no están hechos para los hombres tal como son. Son ideales imaginados por soñadores, por poetas casi diría yo. Muy lindos, muy apropiados para escribir libros, para pronunciar discursos de barricadas, pero totalmente imposibles de llevar a la práctica. Quisiera yo verlo a un Kropotkin o a un Malatesta dirigiendo una empresa como esta y luchando día a día con las normas del Banco Central (aquí se rió, siendo acompñado de buena gana por el señor Pérez Moretti) y teniendo que hacer mil y una maniobras para evitar que el sindacato o Perón, o los dos juntos, le hagan a uno una zancadilla. Y en otro orden de cosas, está muy bien que un muchacho o una chica tengan esos ideales de desprendimiento, de justicia social y de sociedades teóricas. Pero luego usted se casa, quiere regularizar su situación ante la sociedad, debe sontituir su hogar, aspiración natural de todo hombre bien nacido, y eso trae el abandono paulatino de esas quimeras, no sé si me entiende lo que quiero decir. Muy fácil es sostener la doctrina anarquista cuando se es muchacho y se es mantenido por los padres. Otra cosa, muy distinta, es tener que enfrentarse a la vida, verse obligado a mantener el hogar que se ha constituido, sobre todo cuando vienen los hijos y las otras obligaciones inherentes a la familia: que la ropa, que la escuela, que los textos, que las enfermedades. Son muy lindas las teorías sociales, pero cuando hay que parar la olla, como vulgarmente se dice, entonces, amiguito, hay que agachar el lomo y hay que comprender que el mundo no está hecho para esos soñadores, para esos Malatestas o Kropotkines. Y fíjese bien que le estoy hablando de esos teóricos anarquistas, porque al menos esos no predican la dictadura del proletariado, como los comunistas. ¿Puede usted imaginarse un horror como el de un gobierno dictatorial? Ahí tiene el ejemplo de Rusia. Millones de esclavos que trabajan bajo el látigo. La libertad, amigo, es sagrada, es uno de los grandes valores que debemos salvar, cueste lo que cueste. Libertad para todos: libertad para el obrero, que puede buscar trabajo donde más le convenga, y libertad para el patrono, que pueda dar trabajo a quien le parezca mejor. la ley de la oferta y la demanda y el juego libre de la sociedad. Vea el caso suyo: usted viene acá, libremente, y me ofrece su fuerza de trabajo; a mí, por razones equis, no me conviene y no lo tomo. Pero usted es un hombre libre y puede salir de aquí y ofrecer sus servicios en la empresa de enfrente. Fíjese que cosa invaluable es todo esto: usted, un muchacho humilde, y yo, presidente de una gran empresa, sin embargo actuamos en igualdad de condiciones en esa ley de la oferta y la demanda. [...] No le digo nada de los otros problemas, los que podríamos llamar de índole moral, ya que no sólo de pan vive el hombre. Me refiero a la necesidad que tiene la sociedad en que vivimos de un orden, de una jerarquía moral, sin la cual, creáme, todo se viene a abajo. ¿Le geustaría a usted, por ejemplo, que alguien pusiese en duda la honestidad de su madre? Por favor, es un caso hipotético que me permito poner a título de ejemplo. Usted mismo acabo de fruncir el ceño, y ese mismo gesto, que lo honra, ya está revelando todo lo que de sagrado tiene para usted, como par amí, el concepto de madre. Y bien, ¿cómo compaginar ese concepto con una sociedad en que exista el amor libre, en que nadie es responsable de los hijos que se tienen por ahí, en que el matrimonio haya sido echado por la borda como una simple institución burguesa? No sé si me entiende lo que quiero decir. Si se minan las bases del hogar, que son el fundamento de la sociedad en que vivimos, si usted destruye el concepto sacrosanto del matrimonio, ¿qué queda?, pregunto yo. El caos. No se puede jugar con todo eso, joven. Le voy a decir más, le voy a decir algo que raramente le digo a nadie pero que me siento en el deber de decírselo a usted. Me refiero al problema de la prostitución.
Eso es, la prostitución. Vea usted qué paradoja. Si yo le digo que la prostitución es neceseria, sé perfectamente que usted, en este momento, va a experimentar un rechazo, ¿no es así? Aunque tengo la convicción de que una vez que haya analizado a fondo el problema tendrá que concordar conmigo. Imagínese, en efecto, lo que sería el mundo sin esa válvula de escape. [...] Es como una caldera en que se está levantando la presión con las válvulas cerradas. Que eso es la prostitución organizada y legal: una válvula de escpae. O hay mujeres de mala vida controladas por el Estado, o llegamos a esto. O se tiene una buena prostitución controlada o la sociedad se enfrenta, tarde o temprano, con el gravísimo peligro de que sus instituciones básicas se puedan venir abajo.
[...]

Ernesto Sábado, Sobre héroes y tumbas



Ibidem

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-Molinari es un hombre respetable, un Pilar de la Nación. En otras palabras: un perfecto cerdo, un notable hijo de puta.

(Raza curiosa, la de los Pilares de la Nación. Considero que constituyen un género en el cual los individuos son libremente intercambiables. Así, en vez de decir "Molinari", bien pudo decir, por ejemplo...)

***

-Me gusta la gente fracasada. ¿A vos no te pasa lo mismo?

Él se quedó meditando en aquella singular afirmación


-El triunfo -prosiguió- tiene siempre algo de vulgar y de horrible.


Se quedó luego un momento en silencio y al cabo agregó:

-¡Lo que sería este país si todo el mundo triunfase! No quiero ni pensarlo. Nos salva un poco el fracaso de tanta gente. ¿No tenés hambre?

(No sé si otro tanto sucede, también, con los fracasados)

white liberal doctrine of non-violence

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Lentamente, a pasos desiguales, todos los pueblos del mundo se encaminan hacia la paz. Es indudable que aún habrá guerras, porque los instintos feroces, hermanados con la codicia, el orgullo y el hambre, perturbaron siempre y perturbarán durante mucho tiempo aún.[...]
Pero la paz universal se realizará un día, no porque los hombres lleguen a ser más humanos, sino porque un nuevo orden social, una ciencia nueva o nuevas necesidades económicas exijan la paz, como las determinaciones de su anterior existencia exigían la lucha.

Anatole France, El Jardín de Epicuro (1894)

Mesmamente

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Y pensaba que tenía el deber, el deber casi profesional de un payaso a quien le ha ocurrido la mayor desgracia, de convertir aquel llanto en una mueca de risa...

Ernesto Sábato, Sobre héroes y tumbas.

La familia, la propiedad privada y los cornudos

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De la burguesía entera se eleva un clamor: ¡Vosotros, comunistas, queréis establecer la comunidad de las mujeres!

Para el burgués su mujer no es otra cosa que un instrumento de producción*. Oye decir que los instrumentos de producción deben ser puestos en común, y deduce naturalmente que hasta las mujeres pertenecerán a la comunidad. No sospecha que se trata precisamente de asignar a la mujer un papel distinto del de simple instrumento de producción.
Nada más grotesco, por otra parte, que el horror ultramoral que inspira a nuestros burgueses la pretendida comunidad oficial de las mujeres que atribuyen a los comunistas. Los comunistas no tienen necesidad de introducir la comunidad de las mujeres: casi siempre ha existido. Nuestros burgueses, no satisfechos con tener a su disposición las mujeres y las hijas de los proletarios, sin hablar de la prostitución oficial, encuentran un placer singular en encornudarse mutuamente.

Marx & Engels, El Manifiesto Comunista

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En el proceso de evolución cultural, la aparición de una clase ociosa coincide con el comienzo de la propiedad. [...]
La propiedad de las mujeres comienza en los estadios inferiores de la cultura bárbara aparentemente con la aprehensión de cautivas. La razón originaria de la captura y apropiación de las mujeres parece haber sido su utilidad como trofeos*. La práctica de arrebatar al enemigo las mujeres en calidad de trofeos dio lugar a una forma de matrimonio-propiedad, que produjo una comunidad doméstica con el varón por cabeza. Fue seguida de una extensión del matrimonio-propiedad a otras mujeres, además de las capturadas al enemigo. El resultado de la emulación en las circunstancias de una vida depredadora ha sido, por una parte, una forma de matrimonio basado en la coacción, y por otra, la costumbre de la propiedad. En la fase inicial de su desarrollo no es posible distinguir ambas instituciones: las dos surgen del deseo que tiene el hombre afortunado de poner en evidencia sus proezas, exhibiendo un resultado perdurable de sus hazañas. Ambas sirven a esa propensión de dominio que penetra la vida de toda las comunidades depredadoras. El concepto de propiedad se extiende a los productos de su industria y surge así la propiedad de cosas a la vez que la de personas.
De este modo se establece gradualmente un sistema bien trabado de propiedad de bienes.

Thorstein Veblen, Teoría de la Clase Ociosa

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En cierto sentido muy fundamental, los conflictos en torno al tiempo de trabajo son los conflictos de clase centrales en la sociedad capitalista. El poder puede definirse en términos de control sobre el tiempo ajeno. Como indicó el economista David Anisi en su libro Creadores de escasez, “todos partimos de una igualdad básica. Independientemente de nuestras coordenadas sociales, el día tiene veinticuatro horas para todos. Técnicamente el tiempo es algo imposible de producir. Sólo el ejercicio del poder, al apropiarnos del tiempo de los demás, puede acrecentarlo. El poder se mide como la relación entre el tiempo obtenido de los demás y el tiempo necesario para conseguir esa movilización”

Jorge Riechmann, Tiempo para la vida


Notas:
*Esto ayudaría a explicar, en parte, la acumulación originaria de capital (re)productivo que se da en ciertos ámbitos.
**Lo cual le da un revalorización semántica excesivamente literal a la frase trophy wife
***Por eso era necesario el Éxodo 20, 17
****Pero, ¿y las dimensiones biológicas del problema? R/Quite, you!

500 noches

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Hay cosas no-necesarias antes de que amanezca, antes de que caigan los pares ordenados de cromosomas y los sextetos de pan francés en las chapas residenciales. Hay cosas nocturnamente prescindibles (y uno piensa, con el perdón del Partido, en las cadenas televisivas, y las visitas públicas a Romero, en los doctos en etiqueta y ciencias protocolarias, en la ingente e ingenua esperanza). Porque viene la noche y todo está bien, se sobrevive sin Balaguer y Vargas Llosa, se sobrevive sin tener que vender a Dios en Aapravasi Ghat para que salde sus cuentas con nosotros.

Pero viene la noche.

Juan 20, 29

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Bienaventurados los que creen sin haber visto.
No es el caso de Marx, pero de algo a nada.

La Comuna ejerció en su época tal fascinación que Karl Marx, con todo y haber aconsejado prudencia a los obreros parisinos, listos a arrojarse a este "asalto contra el cielo", sucumbió por un momento a semejante idea que, en principio, había él considerado como utopía perjudicial para el establecimiento del socialismo, a saber, la supresión inmediata del Estado parásito. Escribe Marx, en La guerra civil en Francia, 2 días después de la caída de la Comuna:

En la realidad, la constitución comunal hubiera devuelto al cuerpo social todas las fuerzas hasta entonces absorbidas por el Estado parásito que se nutre de la sustancia de la sociedad y paraliza su libre movimiento. Por este solo hecho hubiese constituido el punto de partida de la regeneración de Francia.

Henri Arvon, Bakunin: Absoluto y Revolución.